De princesas, reinas y hadas madrinas...



El cuerpo humano presume de una buena memoria, y lamentablemente el cuerpo femenino pasa por etapas y acontecimientos biológicos que pasarán factura tarde o temprano de no tratarse adecuadamente en su momento.

"Lo que existe de verdad es el pasado. Lo que nos pesa, lo que nos ha hecho ser lo que somos, nuestra memoria, nuestras arrugas, nuestras decepciones; en esto es lo que nos ha formado lo que somos, el pasado".Ana María Matute

Muchos de los problemas de salud que aquejan a las mujeres adultas se remontan a la niñez. Así de contundente se muestra la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su informe analítico “Las mujeres y la salud. Los datos de hoy la agenda de mañana.”
Y es que una nutrición adecuada es fundamental para la salud en la niñez y las restantes etapas de la vida de la mujer. 

En la niñez, una adecuada nutrición y una buena educación alimentaria ayudará a su óptimo desarrollo físico, social y emocional, evitando posteriores comportamientos y hábitos arriesgados y disminuyendo la carga de enfermedades en etapas posteriores. 

En la adolescencia, por sus necesidades biológicas y futura función reproductora, pues patologías como la diabetes o la obesidad, en ascenso en los países de ingresos altos, pueden tener repercusiones importantes en la descendencia y en la salud futura de la madre. En esta etapa debemos reforzar la adquisición de hábitos saludables de alimentación y actividades físicas, que aportarán beneficios a la salud a largo plazo, especialmente menor mortalidad y discapacidad como consecuencia de las  enfermedades cardiovasculares (ECV).

En la etapa reproductiva, el embarazo y la lactancia marca la agenda del cuidado de la mujer, por la importancia para su salud así como la de su descendencia. Durante estos procesos biológicos la mujer es más consciente de la necesidad de una adecuada alimentación y hábitos saludables, viéndose reforzadas estas buenas prácticas desde las instituciones sanitarias, mediante campañas de información, educación o talleres, y la aplicación seguimientos personalizados.

Cuando llegamos a las edades avanzadas, sin embargo, los sistemas de salud no son tan eficaces, tal vez porque ellas utilizan, y en muchas ocasiones se considera que malgastan, estos servicios más que los hombres, o tal vez por las propias desigualdades de género persistentes.
Al vivir más tiempo, las mujeres representan una mayor porción en los grupos de edad, por lo que se necesita prevenir y preparar a la sociedad, especialmente al género femenino por su propio interés, en los problemas y necesidades que plantean los problemas crónicos de salud en esta etapa de la vida, problemas que se derivan de la falta de prevención, en la mayoría de los casos, en etapas anteriores, como la osteoporosis, la hipertensión o la diabetes.

En una época donde “los 50 son los nuevos 40”, donde las abuelas lo son no por su edad biológica, sino por su rol dentro del núcleo familiar, es necesaria la concienciación y la importancia de la prevención de patologías que, como se viene repitiendo a lo largo de este texto y en ello mismo se justifica, podría conseguirse desde algo tan simple y básico como la alimentación.

Vamos a contar verdades...


En pleno siglo XXI, la mujer sigue batallando por sus derechos más fundamentales mientras concilia, como buenamente puede, vida familiar y profesional, salvando todas las desigualdades perdurables con la obligación, en demasiadas ocasiones autoimpuesta equívocamente, de hacerlo sin despeinarse.
 
  Desigualdades que no siempre son flagrantes como la brecha salarial o la ocupación de cargos de responsabilidad, sino otras tan aparentemente nimias como el trato de la mujer por parte de los medios de comunicación actuales, u otras tan socialmente aceptadas que apenas son percibidas, como la distribución del tiempo o las carencias de los sistemas de salud para con las mujeres, a pesar de la importante contribución que ellas hacen como principales cuidadoras de la familia.

  Así, aunque las mujeres tienen una mayor esperanza de vida que los hombres, por ventajas biológicas y conductuales, siguen existiendo factores sanitarios y sociales que, combinados, se traducen en una calidad de vida inferior.

Desde la Organización Mundial de la Salud se afirma que cambiar la salud de la mujer es cambiar el mundo. Desde algo tan básico como la alimentación, pongámonos a ello.